Pensamiento coherente sobre la realidad
Si una cosa la podemos soñar, no significa que sea un sueño; si una cosa la podemos dibujar, no significa que sea un dibujo; si una cosa la podemos comparar, no significa que sea una comparación; si una cosa la podemos imaginar como estática, no significa que sea estática —"limitada de cambiar"—; si una cosa la podemos negar, no significa que sea una negación, o sea, que no exista -solo es improbable, no imposible de antemano-.
Porque todos sabemos que la mente tiene su juego propio -de aprobar conveniencias y de fijarlas-, indispensable para sobrevivir y, así, satisfacerse; incluso de una forma insumisa ante la razón, ante la realidad. La mente desafía, "apuñala" la realidad siempre que tenga una oportunidad —aunque no siempre con coherencia—, pues solo quiere controlarla, moldearla, anularle los "fríos" códigos que la sustentan si no le interesan.
Así, no desperdiciará teorías anímicas que se extrapolen de lo más elemental, de la razón, de lo coherente.
Ahora bien, con los pies en el suelo, lo absoluto —tiempo, espacio, movimiento, etc.— es lo ilimitado, sin restricciones, que se puede relacionar pero no es relación "per se", que existe y de una forma cambiante en sus formas —ni siquiera el cuerpo humano es fijo, fijo—, aunque con unas "leyes" fijas —principios fijos que permanecen —principio inercial o principio de acción y reacción, por ejemplos—.
Porque todos sabemos que la mente tiene su juego propio -de aprobar conveniencias y de fijarlas-, indispensable para sobrevivir y, así, satisfacerse; incluso de una forma insumisa ante la razón, ante la realidad. La mente desafía, "apuñala" la realidad siempre que tenga una oportunidad —aunque no siempre con coherencia—, pues solo quiere controlarla, moldearla, anularle los "fríos" códigos que la sustentan si no le interesan.
Así, no desperdiciará teorías anímicas que se extrapolen de lo más elemental, de la razón, de lo coherente.
Ahora bien, con los pies en el suelo, lo absoluto —tiempo, espacio, movimiento, etc.— es lo ilimitado, sin restricciones, que se puede relacionar pero no es relación "per se", que existe y de una forma cambiante en sus formas —ni siquiera el cuerpo humano es fijo, fijo—, aunque con unas "leyes" fijas —principios fijos que permanecen —principio inercial o principio de acción y reacción, por ejemplos—.
En determinación, sí, todo lo existencial lo es porque posee esas "leyes", y precisamente las posee porque todo viene de algo, es producido, tiene sus causas. Por lo tanto, considérense esas "leyes" como causas, sustentos reales, axiomas inevitables.
Ilimitado, cierto, es el tiempo, el espacio, la realidad en suma, en su contexto físico —existente— y siempre la limitará el ser humano a su contexto irreal —inexistente, de ideas y emociones—. De ahí que en un anterior artículo tratase de los límites de la realidad: sí, ante esta inexistencia, en cuanto que lo ilimitado de la realidad no tiene nada que ver con lo ilimitado de nuestras posibles ideas o imaginaciones irreales, así es, la diferencia es la propiedad de lo probable: "algo que es real" puede probarse y, en cambio, "algo que no es real" nunca puede probarse.
Dicho eso, cuando creemos que la vida es limitada, en poco nos damos cuenta de que no es así, que ha ocurrido y puede ocurrir infinitamente en lo que transcurre —sin limitaciones definitivamente reales—. El ser humano, sí, al analizar las cosas, las detiene, las hace dibujos, y comete el error de que las limita a ese instante, las somete a un valor o a un concepto aislado, vulnerable a la máxima del transcurrir de todo. Entonces, el ser humano se decepciona al comprobar con ingenuidad que ese valor paralizado, limitado téoricamente, se desvanece con sus oportunistas puntos de referencia atribuidos a su esencialidad fija —porque los puntos de referencia son útiles sólo en lo teórico, pero limitan lo ilimitado—.
Por ello, cada cosa es ilimitada en sus infinitas posibilidades (no hablo de capacidades), porque "vive" o se sustenta en contextos ilimitados; por ejemplo, un ser humano tiene infinitas posibilidades sobre lo que le pueda ocurrir. También cada cosa es "independiente" de otra cosa, no puede ser esa otra cosa a un mismo tiempo.
Reaccionariamente —para su conveniencia—, así, la mente no quiere lo ilimitado, sino limitar y controlar, y "sobornar" a la realidad. Los conceptos subjetivos igualmente son ilimitados, absolutos; porque el amor, la esperanza, la tranquilidad, etc., no tienen limitaciones: siempre hay una esperanza mayor —algo que demuestra que es absoluta. Sin embargo, alguien dirá que su amor no lo es, pero ¿puede cohonestar la realidad?, ¿puede negarse ante él, puede limitarlo, puede no admitir que está a expensas de todo el amor posible?
¿Puede arrancarse a sí mismo —o a la vida— eso?
(Escrito en 2002)
NOTAS:
- Nada es realmente estático, nunca tiene el mismo estado ("todo cambia", "todo se mueve").
- La única propiedad y naturaleza del "punto de referencia" es fijeza; y eso no existe en un "todo se mueve".