martes, 6 de noviembre de 2012

LA RACIONALIDAD PRIVADA

Muchos intelectuales escogen de la racionalidad lo que les conviene, como si quisieran tener para uso o comprensión personal una propia Ley de Gravedad por ejemplo. Sencillamente porque cuando hay que afrontar todas las razones -o toda la extensión racional de algo- no les interesa y, así, van a la evasiva, haciéndose de los que cambian de tema o de terreno racional al menor descuido. A juego sucio y a depravación (como si tú pagaras impuestos y el alcalde no, como si a uno de tus hijos les das toda dignidad y a otro le niegas el pan, o sea, ya no le aplicas las reglas de la dignidad sino "otras oscuras reglas").

Por orgullo recurren a otras reglas suyas e imaginadas, o no aceptan lo que hay y argumentar... ¡ni pensarlo!, no les gusta
"Este es un desastre relativo" dice uno; pero ¿es o no es? Pues, si hay alguna desgracia con respecto a los seres humanos o con respecto a la naturaleza -a un resultado-, es un desastre. Lo que ocurre es que hay que explicarlo, demostrarlo, aportar pruebas o argumentaciones coherentes. Huir hacia es "relativo" o "oculto" es muy fácil, demasiado fácil para que, luego, se presuma de algo de inteligencia.
"Esto es relativo con respecto a nosotros" dice otro; pero, claramente, algo no puede ser relativo con respecto a unos ni a otros ni a nada, sino es con respecto siempre a un resultado, porque no se ha demostrado que algo sea relativo y además que, si lo fuera, lo sería para todos -ya que no existe un código secreto o divino para unos pocos o privilegiados-. Además, un sentimiento tuyo lo sería con respecto a otro tuyo y se formaría un manicomio. Otra cosa es decir que algo es subjetivo y ya subjetivo lo será, eso, para todos. Eso ya es para todos. Otra cosa es decir que algo es objetivo y ya objetivo lo será, eso, para todos.
La razón es sólo un contexto -racional- y no cuarenta mil, con sus propias reglas, de las cuales nosotros no podemos escoger unas sí y otras no, cambiándolas de un día para otro; o huir de esas reglas para, luego, pretender analizar algo -aunque ¿con qué se analizaría, con razones o con tonterías privadas?-.

"Esto es un lío relativo" dice otro; pero si lo ha dicho él, ¿no será él el verdadero lío o relío? No, no se puede utilizar la razón para decir que el comer es "relativo" mientras que para otro no y para otro sí -todo dentro del contexto racional-; porque se confunde, se manipula, se tapan o se deterioran las reglas por las cuales cada cosa es una realidad innegable. Sólo se manipula con la confusión -con la razón no se manipula porque... ya está ahí- y lo hacen intelectuales ni más ni menos, intelectuales -o los que se pasan por ellos- que son los que han manipulado siempre -al estar en los medios de comunicación e incidiendo en los poderes fácticos-. El nazismo no lo promovieron cuatro carpinteros, esto está bien claro, sino esta gente, o esa parte que a manipular se dedica.

NOTA.- La realidad -porque no sea por nosotros manipulable- no puede tener algún término adherente primordial sino el de "absolutamente": un ser humano es absolutamente un ser humano, un "concepto X" es absolutamente un "concepto X". Por principio-base de la razón, por principio de distinción para que una cosa no sea igual a otra; ya que una cosa no es absolutamente igual a otra cosa -que no sea ella misma-. Por eso, una cosa es absoluta, porque no es sino ella misma, un elemento no restrictivo en eso en la realidad. Una opinión - "la luna no existe" o "la Tierra es cuadrada"- es válida emocionalmente -subjetivamente, por capricho emocional-; pero no en el contexto racional.

domingo, 30 de septiembre de 2012


Pensamiento coherente sobre la realidad


Si una cosa la podemos soñar, no significa que sea un sueño; si una cosa la podemos dibujar, no significa que sea un dibujo; si una cosa la podemos comparar, no significa que sea una comparación; si una cosa la podemos imaginar como estática, no significa que sea estática —"limitada de cambiar"—; si una cosa la podemos negar, no significa que sea una negación, o sea, que no exista -solo es improbable, no imposible de antemano-.
Porque todos sabemos que la mente tiene su juego propio -de aprobar conveniencias y de fijarlas-, indispensable para sobrevivir y, así, satisfacerse; incluso de una forma insumisa ante la razón, ante la realidad. La mente desafía, "apuñala" la realidad siempre que tenga una oportunidad —aunque no siempre con coherencia—, pues solo quiere controlarla, moldearla, anularle los "fríos" códigos que la sustentan si no le interesan.
Así, no desperdiciará teorías anímicas que se extrapolen de lo más elemental,  de la razón, de lo coherente.
Ahora bien, con los pies en el suelo, lo absoluto —tiempo, espacio, movimiento, etc.— es lo ilimitado, sin restricciones, que se puede relacionar pero no es relación "per se", que existe y de una forma cambiante en sus formas —ni siquiera el cuerpo humano es fijo, fijo—, aunque con unas "leyes" fijas —principios fijos que permanecen —principio inercial o principio de acción y reacción, por ejemplos—.

En determinación, sí, todo lo existencial lo es porque posee esas "leyes", y precisamente las posee porque todo viene de algo, es producido, tiene sus causas. Por lo tanto, considérense esas "leyes" como causas, sustentos reales, axiomas inevitables.
Ilimitado, cierto, es el tiempo, el espacio, la realidad en suma, en su contexto físico —existente— y siempre la limitará el ser humano a su contexto irreal —inexistente, de ideas y emociones—. De ahí que en un anterior artículo tratase de los límites de la realidad: sí, ante esta inexistencia, en cuanto que lo ilimitado de la realidad no tiene nada que ver con lo ilimitado de nuestras posibles ideas o imaginaciones irreales, así es, la diferencia es la propiedad de lo probable: "algo que es real" puede probarse y, en cambio, "algo que no es real" nunca puede probarse.
Dicho eso, cuando creemos que la vida es limitada, en poco nos damos cuenta de que no es así, que ha ocurrido y puede ocurrir infinitamente en lo que transcurre —sin limitaciones definitivamente reales—. El ser humano, sí, al analizar las cosas, las detiene, las hace dibujos, y comete el error de que las limita a ese instante, las somete a un valor o a un concepto aislado, vulnerable a la máxima del transcurrir de todo. Entonces, el ser humano se decepciona al comprobar con ingenuidad que ese valor paralizado, limitado téoricamente, se desvanece con sus oportunistas puntos de referencia atribuidos a su esencialidad fija —porque los puntos de referencia son útiles sólo en lo teórico, pero limitan lo ilimitado—.
Por ello, cada cosa es ilimitada en sus infinitas posibilidades (no hablo de capacidades), porque "vive" o se sustenta en contextos ilimitados; por ejemplo, un ser humano tiene infinitas posibilidades sobre lo que le pueda ocurrir. También cada cosa es "independiente" de otra cosa, no puede ser esa otra cosa a un mismo tiempo.
Reaccionariamente —para su conveniencia—, así, la mente no quiere lo ilimitado, sino limitar y controlar, y "sobornar" a la realidad. Los conceptos subjetivos igualmente son ilimitados, absolutos; porque el amor, la esperanza, la tranquilidad, etc., no tienen limitaciones: siempre hay una esperanza mayor —algo que demuestra que es absoluta. Sin embargo, alguien dirá que su amor no lo es, pero ¿puede cohonestar la realidad?, ¿puede negarse ante él, puede limitarlo, puede no admitir que está a expensas de todo el amor posible?
¿Puede arrancarse a sí mismo —o a la vida— eso?

(Escrito en 2002)

NOTAS:
- Nada es realmente estático, nunca tiene el mismo estado ("todo cambia", "todo se mueve").
- La única propiedad y naturaleza del "punto de referencia" es fijeza; y eso no existe en un "todo se mueve".

miércoles, 25 de julio de 2012

LO ESENCIAL

Si una mujer tuviera unas medidas corporales bastante proporcionadas, y de una altura de 175 centímetros pero, sin descartar, que fuese muy sensible, muy reflexiva, muy analítica y muy ingeniosa, entonces, sería un resultado de una mujer completa, perfecta con respecto a todas”.

¡Ah!, de entrada, esto no es más que un enunciado de los que, a veces, “se deciden” o se construyen -claro, por la lógica- como axiomas o reglas matemáticas; porque, esta ciencia, sí, atiende primero a una lógica de los números y de las proporciones, como base, en operaciones para todos sus posibles resultados armónicos o... ideales.

Por ejemplo: Una esfera es un resultado sólo, sólo matemático y resulta, asimismo, ideal (perfecto) o lo que supone o señala, por igual, un triángulo equilátero; por cuanto que ya resultan perfectamente armónicos así -en elección o en volición-, mediante la utilización de axiomas “perfeccionadores” -en lógicas- que, “inevitablemente”, se dirigen hacia esa armonía “deseable”, esté o no esté en algún lugar, exista o no exista.

Con eso dicho, desde luego, un teorema o una regla matemática puede ser la verificación de que se cumple algo con unas concretas mediciones o, por otro lado, la pretensiosa traslación de que algo debe cumplirse con los mismos elementos de esa verificación; esto es, lo que se supone que puede ser verificable, aún no siéndolo (más claro: se busca un resultado en vez limitarse a encontrar un resultado).

La lógica, que “siempre se ha entendido” como matemática -de hecho, es su sustento-, fue propugnada o enseñada por Platón y Aristóteles estableciendo, para el conocimiento en general, ya un procedimiento analítico o pensamiento analógico; es decir, de unívocos o de semejanzas, de interconexiones, en la prioridad de relacionar cosas porque, como consideró anteriormente la escuela de Mileto, existe antes que nada -por evidencia en la realidad- una “homogeneidad entre la causa y el efecto” (si la realidad de las cosas es física, sus causas también).

Pero, aun así, por una concreción, ¿qué es lo esencial para la lógica?
Para Anaximandro y Anaxímenes -epígonos de Mileto-, era la naturaleza como “causa última”; posteriormente, en el pensamiento cartesiano, era una “causa primera” o suficientemente sólida en la lógica, aunque fuese ésa -que puede pasar por algo solipsista- del “pienso, luego existo”; y, más actual, en el pensamiento paradigmático de Kuhn, son unos patrones de pensamiento asertóricos que se siguen, aunque siempre sobre sus valores anteriores.

Para Kant, a tenor de eso, lo esencial... era la intuición del ser que se traslada en el tiempo, que trasciende con su “a priori” intuitivo e inesquivable; y, para Hegel, sólo las ideas de cualidad, las cualidades, definen qué es el ser, porque ya lo dintinguen, lo diferencian, lo exponen (o sea, a cada ser con y por sus atributos).

La lógica, sí, es -en resumidas cuentas- la consideración evidente de las posibles relaciones entre las cosas -con sus propiedades- y sus resultados que se dan por seguro ante unos principios o reglas más o menos pretensiosas; conque lo esencial, para la lógica, es todo principio demostrado por la práctica, en la experiencia (por ejemplo: el principio hidrostático de Arquímedes) y no, no todas las reglas que “se deciden lógicas” para “resultados lógicos”, también “decididos”, en incorporeidad, como... “ideales lógicos”.
De manera que, un principio, no es ni plenamente significa una regla; ambas cosas están separadas por... la experimentación, por la “praxis”, por la verificación práctica.

Un “silogismo”, un axioma, con ello, desde luego, pueden ser independientes de la realidad; a ver, estos conllevarían, sí, unos efectos perfectamente lógicos pero ante unas proposiciones (causas) no realmente lógicas, sino idealizantemente lógicas, o ésas, “las que se han de esperar”, no siendo aún.

Lo esencial de algo, la propiedad que se le distingue -a él- tras una comprobación física, no tiene por qué ser esencial para otro algo; conforme a que no -como primero-, no le constituye, o conforme a que ni siquiera los dos pueden hallarse en unos contextos análogos o que se relacionen.

Las matemáticas, éstas congeniando todo tipo de resultados numéricos y proponiendo, en esa lógica o lógicas, resultados muy armoniosos, a veces se separan de eso tan sólo que es esencial, de eso ya... comprobado, ya posible. Quiero decir, no rotundamente una esfera está demostrada como real, sino es -”de antemano”- lo que “se sueña” ante proposiciones “idílicamente perfectas” como idealidades matemáticas; y es muy improbable en la realidad cuando, ciertas linealidades matemáticas continuas, son imposibles en un espacio interactivo, éste siempre impidiendo o “rompiendo” una fija o íntegra o deseable -en fija continuidad- armonía.

Además, algunas “puras lógicas” o “sublimaciones numéricas” o resultados axiomáticos ya utilizan unos elementos “desacreditados” o no comprobados como reales.

De la multiplicación de 2 por 1, todos pueden ver a DOS COSAS que se multiplican por UNA para obtener -lógicamente- un resultado correcto, el que le corresponde; por el contrario, de la multiplicación de 1 por 0, todos pueden ver a UNA COSA pero no pueden ver, nunca, a la otra con la cual se multiplica.
Es así, es un “supuesto lógico-matemático, una “referencia idealizante”, útil a eso, pero no real, no comprobable.

Un triángulo equilátero, al igual, representa no más que una proporcionalidad buscada mediante las aplicaciones, sin limitación real, de los números; o, más claro, estos tienen todas las licencias pero, en particular, ninguna, ninguna limitación de las que ya la realidad -o la experimentación- obligatoriamente presenta para que sea como tal, sujeta a su mismo o a su concreto contexto, a su interacción en su carácter posible, a su “ontogenia” sólo posible, o a sus consecuentes principios.
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DE LA TEORÍA DEL CAOS

 De entrada, es una teoría que, de tan amplia, abarca el todo, aun lo que está por verificarse en la realidad; ésta se sustenta en las matemáticas no lineales por señalar o por medir movimientos iniciales que no siguen -a causa de diversos factores y variables- una periodicidad concreta, o sea, porque son imprevisibles.

Aún así, como teoría que además cuenta con postulados y fórmulas, cualquier sistema en cuanto al movimiento es unívoco, en probación, por lo que no existen -como base científica- “los sistemas no dinámicos” de donde partir de una manera lo más racionalmente teórica -o taxativa- : sí, ya todo sistema físico es funcional y categóricamente... dinámico.

Pues bien, esta teoría que valora unos exactos parámetros que fijan unas condiciones iniciales de un movimiento por considerar su estabilidad en un “espacio de sus estados” en el tiempo, sugiere un comportamiento “imprevisto”, impredecible, de unos sistemas que llama caóticos pero que son atraídos por un movimiento que le es característico en su periodicidad, o atractor.
El atractor, al no ser simple en lo caótico -por la extrañeza misma “de su recorrido”-, aquí muy indeterminado, es clasificado o calificado como “extraño”. También, por su geometría difícil, que se expresa en la naturaleza, se entiende como fractal.

Pese a eso, en lo dinámico, en lo que funciona sólo con el movimiento, claro, todo es impredecible para una concreción espacial; y los “sistemas estables”, que han de seguir a una órbita o a un movimiento más o menos estable -pero nunca fijamente estable-, son en una proporción -la que sea- también inestables.
Quiero decir, un sistema de movimiento, al ser sistema -un movimiento diferente en concreto-, repite sus movimientos, sí, con cierta estabilidad; y a esa REPETICIÓN, que se le puede bien llamar atractor o “tendencia”, o condición dinámica propia más o menos estable -en frente a inevitables variables- de ese movimiento.

Es cierto, de cómo se inicie esa repetición, la cual ocurre en un presente físico y se puede medir en unos "supuestos" estables parámetros, se facilitará un recorrido causal -por principio o por inicio- y será impredecible -inevitablemente- respecto a las variables -que asimismo condicionan- que incidan en su desarrollo -aquí- concausal.

Lo que hay que superar, es lógico, es que nunca existen sistemas dinámicos a priori y a posteriori sin antes comprenderlos -por hacerlos coherentes- como “desarrollos”, ciclos pero con su propio... desarrollo; es decir, los movimientos, como imprevisibles ante sus posibles variables, converjen cada uno -porque lo sea- en desarrollos "singulares", siempre diferentes.

Un error: A la “matemática no lineal” se le suele denominar de antemano imprevisible o caótica cuando, por ser obligación matemática ofrecer -tratar- lo exacto, debería denominarse “estadística” o “probabilidad”.

A ver, el orden del movimiento -que lo posee- nunca es... lineal -sí, puede serlo como un concepto-, ni predecible; sin embargo, estructuras complejas, porque las sean, se rigen -en evidencia- por una COHESIÓN de movimientos condicionados a las mismas fuerzas o principios de tal cohesión -posibles o ya sólo posibles por una interacción-.
Eso es, no tienen movimientos a un cien por cien estables, fijadores para -como tales- conducir a una... inmovilidad, sino -más bien- condicionados -o dependientes- por una estabilidad de cohesión (una "simbiosis": una parte de la estructura compleja "ayuda" a ese todo, porque forma parte de su desarrollo condicional, depende de él y, por tanto, sus "reacciones" o respuestas) y de resultados de interacción.

Por ejemplo: De cómo bote un balón -imaginen que éste es cualquier sistema- es algo crucial que va a determinar toda la trayectoria del balón (esto propugna la Teoría del Caos). Su fase inicial, es cierto, se puede medir pero, todo lo demás, conlleva predicción o adivinación; por lo que se sugiere con inevitable truculencia de imaginación científica o con más o menos "desvariadas" hipótesis.

Toda variable o incidencia del medio en la trayectoria del balón es una “nueva” trayectoria, de improviso necesario, que nunca puede ser calculada... al exacto modo matemático.

¡Ah!, lo que sí -por otra parte- puede saberse siempre es... lo que ya ha recorrido y sus condiciones apriorísticas que, claro, le delimitan, le restringen y "más lo permiten" entre una zona de estados “causalmente” posibles.

Nota.-
En meteorología, es conocido el "efecto mariposa" , el cual popularmente ha extendido la teoría del Caos: el aleteo de una mariposa en China -por ejemplo- puede ser la causa -yo diría parte de la causa, una... causa- de un huracán ya en otra parte de la Tierra (no, no es totalmente cierto sostener que un meteorólogo predice el tiempo que va a hacer, sino que advierte -como alerta- ya la existencia de una baja presión o de aire cálido-húmedo o de nubes y, también, hacia los lugares donde se dirigen, al parecido modo de advertir la trayectoria eclíptica de un asteroide por ejemplo).

Habría que concebir, claramente, que cualquier sistema complejo interacciona y algún "accidente" -de los no habituales en él- puede determinarlo de una forma que parece "caóticamente" distinta.
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