miércoles, 25 de julio de 2012

LO ESENCIAL

Si una mujer tuviera unas medidas corporales bastante proporcionadas, y de una altura de 175 centímetros pero, sin descartar, que fuese muy sensible, muy reflexiva, muy analítica y muy ingeniosa, entonces, sería un resultado de una mujer completa, perfecta con respecto a todas”.

¡Ah!, de entrada, esto no es más que un enunciado de los que, a veces, “se deciden” o se construyen -claro, por la lógica- como axiomas o reglas matemáticas; porque, esta ciencia, sí, atiende primero a una lógica de los números y de las proporciones, como base, en operaciones para todos sus posibles resultados armónicos o... ideales.

Por ejemplo: Una esfera es un resultado sólo, sólo matemático y resulta, asimismo, ideal (perfecto) o lo que supone o señala, por igual, un triángulo equilátero; por cuanto que ya resultan perfectamente armónicos así -en elección o en volición-, mediante la utilización de axiomas “perfeccionadores” -en lógicas- que, “inevitablemente”, se dirigen hacia esa armonía “deseable”, esté o no esté en algún lugar, exista o no exista.

Con eso dicho, desde luego, un teorema o una regla matemática puede ser la verificación de que se cumple algo con unas concretas mediciones o, por otro lado, la pretensiosa traslación de que algo debe cumplirse con los mismos elementos de esa verificación; esto es, lo que se supone que puede ser verificable, aún no siéndolo (más claro: se busca un resultado en vez limitarse a encontrar un resultado).

La lógica, que “siempre se ha entendido” como matemática -de hecho, es su sustento-, fue propugnada o enseñada por Platón y Aristóteles estableciendo, para el conocimiento en general, ya un procedimiento analítico o pensamiento analógico; es decir, de unívocos o de semejanzas, de interconexiones, en la prioridad de relacionar cosas porque, como consideró anteriormente la escuela de Mileto, existe antes que nada -por evidencia en la realidad- una “homogeneidad entre la causa y el efecto” (si la realidad de las cosas es física, sus causas también).

Pero, aun así, por una concreción, ¿qué es lo esencial para la lógica?
Para Anaximandro y Anaxímenes -epígonos de Mileto-, era la naturaleza como “causa última”; posteriormente, en el pensamiento cartesiano, era una “causa primera” o suficientemente sólida en la lógica, aunque fuese ésa -que puede pasar por algo solipsista- del “pienso, luego existo”; y, más actual, en el pensamiento paradigmático de Kuhn, son unos patrones de pensamiento asertóricos que se siguen, aunque siempre sobre sus valores anteriores.

Para Kant, a tenor de eso, lo esencial... era la intuición del ser que se traslada en el tiempo, que trasciende con su “a priori” intuitivo e inesquivable; y, para Hegel, sólo las ideas de cualidad, las cualidades, definen qué es el ser, porque ya lo dintinguen, lo diferencian, lo exponen (o sea, a cada ser con y por sus atributos).

La lógica, sí, es -en resumidas cuentas- la consideración evidente de las posibles relaciones entre las cosas -con sus propiedades- y sus resultados que se dan por seguro ante unos principios o reglas más o menos pretensiosas; conque lo esencial, para la lógica, es todo principio demostrado por la práctica, en la experiencia (por ejemplo: el principio hidrostático de Arquímedes) y no, no todas las reglas que “se deciden lógicas” para “resultados lógicos”, también “decididos”, en incorporeidad, como... “ideales lógicos”.
De manera que, un principio, no es ni plenamente significa una regla; ambas cosas están separadas por... la experimentación, por la “praxis”, por la verificación práctica.

Un “silogismo”, un axioma, con ello, desde luego, pueden ser independientes de la realidad; a ver, estos conllevarían, sí, unos efectos perfectamente lógicos pero ante unas proposiciones (causas) no realmente lógicas, sino idealizantemente lógicas, o ésas, “las que se han de esperar”, no siendo aún.

Lo esencial de algo, la propiedad que se le distingue -a él- tras una comprobación física, no tiene por qué ser esencial para otro algo; conforme a que no -como primero-, no le constituye, o conforme a que ni siquiera los dos pueden hallarse en unos contextos análogos o que se relacionen.

Las matemáticas, éstas congeniando todo tipo de resultados numéricos y proponiendo, en esa lógica o lógicas, resultados muy armoniosos, a veces se separan de eso tan sólo que es esencial, de eso ya... comprobado, ya posible. Quiero decir, no rotundamente una esfera está demostrada como real, sino es -”de antemano”- lo que “se sueña” ante proposiciones “idílicamente perfectas” como idealidades matemáticas; y es muy improbable en la realidad cuando, ciertas linealidades matemáticas continuas, son imposibles en un espacio interactivo, éste siempre impidiendo o “rompiendo” una fija o íntegra o deseable -en fija continuidad- armonía.

Además, algunas “puras lógicas” o “sublimaciones numéricas” o resultados axiomáticos ya utilizan unos elementos “desacreditados” o no comprobados como reales.

De la multiplicación de 2 por 1, todos pueden ver a DOS COSAS que se multiplican por UNA para obtener -lógicamente- un resultado correcto, el que le corresponde; por el contrario, de la multiplicación de 1 por 0, todos pueden ver a UNA COSA pero no pueden ver, nunca, a la otra con la cual se multiplica.
Es así, es un “supuesto lógico-matemático, una “referencia idealizante”, útil a eso, pero no real, no comprobable.

Un triángulo equilátero, al igual, representa no más que una proporcionalidad buscada mediante las aplicaciones, sin limitación real, de los números; o, más claro, estos tienen todas las licencias pero, en particular, ninguna, ninguna limitación de las que ya la realidad -o la experimentación- obligatoriamente presenta para que sea como tal, sujeta a su mismo o a su concreto contexto, a su interacción en su carácter posible, a su “ontogenia” sólo posible, o a sus consecuentes principios.
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DE LA TEORÍA DEL CAOS

 De entrada, es una teoría que, de tan amplia, abarca el todo, aun lo que está por verificarse en la realidad; ésta se sustenta en las matemáticas no lineales por señalar o por medir movimientos iniciales que no siguen -a causa de diversos factores y variables- una periodicidad concreta, o sea, porque son imprevisibles.

Aún así, como teoría que además cuenta con postulados y fórmulas, cualquier sistema en cuanto al movimiento es unívoco, en probación, por lo que no existen -como base científica- “los sistemas no dinámicos” de donde partir de una manera lo más racionalmente teórica -o taxativa- : sí, ya todo sistema físico es funcional y categóricamente... dinámico.

Pues bien, esta teoría que valora unos exactos parámetros que fijan unas condiciones iniciales de un movimiento por considerar su estabilidad en un “espacio de sus estados” en el tiempo, sugiere un comportamiento “imprevisto”, impredecible, de unos sistemas que llama caóticos pero que son atraídos por un movimiento que le es característico en su periodicidad, o atractor.
El atractor, al no ser simple en lo caótico -por la extrañeza misma “de su recorrido”-, aquí muy indeterminado, es clasificado o calificado como “extraño”. También, por su geometría difícil, que se expresa en la naturaleza, se entiende como fractal.

Pese a eso, en lo dinámico, en lo que funciona sólo con el movimiento, claro, todo es impredecible para una concreción espacial; y los “sistemas estables”, que han de seguir a una órbita o a un movimiento más o menos estable -pero nunca fijamente estable-, son en una proporción -la que sea- también inestables.
Quiero decir, un sistema de movimiento, al ser sistema -un movimiento diferente en concreto-, repite sus movimientos, sí, con cierta estabilidad; y a esa REPETICIÓN, que se le puede bien llamar atractor o “tendencia”, o condición dinámica propia más o menos estable -en frente a inevitables variables- de ese movimiento.

Es cierto, de cómo se inicie esa repetición, la cual ocurre en un presente físico y se puede medir en unos "supuestos" estables parámetros, se facilitará un recorrido causal -por principio o por inicio- y será impredecible -inevitablemente- respecto a las variables -que asimismo condicionan- que incidan en su desarrollo -aquí- concausal.

Lo que hay que superar, es lógico, es que nunca existen sistemas dinámicos a priori y a posteriori sin antes comprenderlos -por hacerlos coherentes- como “desarrollos”, ciclos pero con su propio... desarrollo; es decir, los movimientos, como imprevisibles ante sus posibles variables, converjen cada uno -porque lo sea- en desarrollos "singulares", siempre diferentes.

Un error: A la “matemática no lineal” se le suele denominar de antemano imprevisible o caótica cuando, por ser obligación matemática ofrecer -tratar- lo exacto, debería denominarse “estadística” o “probabilidad”.

A ver, el orden del movimiento -que lo posee- nunca es... lineal -sí, puede serlo como un concepto-, ni predecible; sin embargo, estructuras complejas, porque las sean, se rigen -en evidencia- por una COHESIÓN de movimientos condicionados a las mismas fuerzas o principios de tal cohesión -posibles o ya sólo posibles por una interacción-.
Eso es, no tienen movimientos a un cien por cien estables, fijadores para -como tales- conducir a una... inmovilidad, sino -más bien- condicionados -o dependientes- por una estabilidad de cohesión (una "simbiosis": una parte de la estructura compleja "ayuda" a ese todo, porque forma parte de su desarrollo condicional, depende de él y, por tanto, sus "reacciones" o respuestas) y de resultados de interacción.

Por ejemplo: De cómo bote un balón -imaginen que éste es cualquier sistema- es algo crucial que va a determinar toda la trayectoria del balón (esto propugna la Teoría del Caos). Su fase inicial, es cierto, se puede medir pero, todo lo demás, conlleva predicción o adivinación; por lo que se sugiere con inevitable truculencia de imaginación científica o con más o menos "desvariadas" hipótesis.

Toda variable o incidencia del medio en la trayectoria del balón es una “nueva” trayectoria, de improviso necesario, que nunca puede ser calculada... al exacto modo matemático.

¡Ah!, lo que sí -por otra parte- puede saberse siempre es... lo que ya ha recorrido y sus condiciones apriorísticas que, claro, le delimitan, le restringen y "más lo permiten" entre una zona de estados “causalmente” posibles.

Nota.-
En meteorología, es conocido el "efecto mariposa" , el cual popularmente ha extendido la teoría del Caos: el aleteo de una mariposa en China -por ejemplo- puede ser la causa -yo diría parte de la causa, una... causa- de un huracán ya en otra parte de la Tierra (no, no es totalmente cierto sostener que un meteorólogo predice el tiempo que va a hacer, sino que advierte -como alerta- ya la existencia de una baja presión o de aire cálido-húmedo o de nubes y, también, hacia los lugares donde se dirigen, al parecido modo de advertir la trayectoria eclíptica de un asteroide por ejemplo).

Habría que concebir, claramente, que cualquier sistema complejo interacciona y algún "accidente" -de los no habituales en él- puede determinarlo de una forma que parece "caóticamente" distinta.
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