viernes, 22 de agosto de 2014

La manipulación emocional (haciendo creer que se es o no inteligente o que se tienen
supuestas capacidades) es la cara más horrible de la historia; y la realizan las ocurrencias de
dominan.
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Con potenciar cualquier emocionalidad NO HAY UN EFECTO DE UNA MAYOR INTELIGENCIA, ¡nunca!, sino ÚNICAMENTE con la adquisición y evaluación crítica y autocrítica de conocimientos. El arbitrio de afectos o emociones -por muy bonita que parezca la intención- conduce absolutamente siempre a la manipulación; pues ¿a quién hay que darle esos afectos? y ¿a qué o a quiénes no?, es decir, ¿qué regla universal hay ahí para que sea imparcial y que no manipule?
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Se manipula emocionalmente (a mandatos emocionales):
- Por tener que identificarte a un grupo.
- Por tener que realizar un uso indiscriminado de tu poder.
- Por tener que obedecer siempre a la autoridad.
- Por tener que creer en todo lo que una mayoría cree.
- Por tener que mentir y mentirte compulsivamente porque conviene.
- Por tener que cuestionarte las cosas solo interesadamente.
- Por tener que responder con pánico sistemáticamente a algo inculcado.

Otro aspecto muy diferente -otra cosa- es la educación, la educación que recibe un niño -desde que nace- del... ENTORNO -del medio social-.
Hay que señalar que CONOCER -o adquirir conocimientos- no es exactamente lo mismo que EDUCACIÓN.
Por ejemplo: Un perro o cualquier animal conoce o va conociendo a través de toda su vida; en cambio, cuando se socializa o adquiere NORMAS de socialización, ya está condicionándose en voluntad y en cierta libertad a eso, está condicionando todos sus conocimientos a una normativa social (en donde debe imperar unos principios justos o lo más justos).
Así que no todo el conocer se elige, pero toda la educación sí se elige; y la elige: la familia, el pueblo, las instituciones, los medios comunicativos y el gobierno.
Entonces, se EDUCA ante todo racionalmente -haciendo comprender, no imponiendo- nunca invadiendo la independencia emocional y única de cada individuo; o sea, se educa no coartando -ni condicionando arbitrariamente- la libertad emocional (el sentir propio existencial, el sentir propio religioso, el sentir propio sexual, el sentir propio de espontaneidad o de carácter, el sentir propio de complicidad con la pareja o con los amigos, etc.).
Un padre cuando educa tiene que ser padre, no amigo, ni acostarse con su hijo emocionalmente; al igual, un maestro cuando educa tiene que ser maestro ante todo, no amigo, ni acostarse ni diseñar emociones íntimas con sus alumnos.
Las emociones en cada individuo son solo propiedad y únicas en ese individuo -es la diferente señal de identidad que tiene-; por otra parte, los conocimientos o las reglas que dan los maestros deben ser las mismas -por hacer una sociedad coherente bajo unas mismas reglas- para todos. Así es.
8 de octubre de 2011

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